Aíram, vaga en la oscura noche por las calles hasta llegar a su casa donde le espera su hombre. Mil veces le han dicho que no debe ir a según que horas de la noche sola, pero se encuentra bien en al quietud de la noche. Le encanta observar el cielo cuando pasea, e incluso muchas veces habla con la luna y las estrellas.
Senre, está en casa, probablemente ya durmiendo, o viendo alguna película erótica de las que dan a esas horas.
Airam llega a casa, mete la llave en la cerradura, y el ruido que hace la llave en el roce con la misma se le antoja que es tan áspero, tan falto de calidez como es su relación.
Ella no lo ama, no podría amar a alguien así, y sabe que él tampoco la ama.
Cuando empezó su relación, realmente ella no sintió una atracción por su físico, puesto que su pareja no era especialmente guapo, ni siquiera atractivo físicamente. Su único atractivo era su labia. Era un magnífico comunicador, y tras sus palabras, se dibujaba la personalidad de un ser excepcional. Así que poco a poco se enamoró de ese ser excepcional.
Al principio no le prestaba mucha atención, solo le caía bien, aunque su sexto sentido la hacía ver que había ahí algo que no encajaba. Luego él se fijó en ella y fue realmente tierno, detallista y amable. Cada domingo, le traía una rosa roja, solo le prestaba atención a ella, era cariñoso y parecía interesarse por su mundo. Era generoso en todos los sentidos, tanto para escuchar, como en muestras de amor, como en detalles materiales. Sí, no era guapo, pero realmente la hacía sentir bien, la hacía sentir mujer, la hacía sentir deseada y única, y así, poco a poco se fue metiendo dentro de ella.
Todos sus amigos y especialmente sus amigas, comentaban la suerte que tenía. La mayoría le animaban a estar con él, pues era evidente su amor. Sin embargo, ella no se quitaba la sensación de que todo aquello era muy calculado, como muy frío. Otros le comentaban que no fuera tonta, que ella era demasiado mujer para ese hombre, haciendo referencia al físico, decían que ella podía conseguir algo mejor. Esto la molestaba profundamente, pues ella nunca había valorado el físico de las personas, quería un hombre de verdad, y el tipo de persona que eran, era lo que la atraía, jamás un físico. Y lo cierto, es que él había conseguido que finalmente se fijara en su persona, en lo que representaba ser, y le encantaba.
Ella era un alma libre, no le gustaba estar en pareja, de hecho nunca había tenido una pareja formal; no le gustaba como sus amigas o amigos cambiaban cuando estaban en pareja. Ninguno cambiaba para bien, más bien al contrario, empezaban a hacer cosas extrañas, y los temas de conversaciones cambiaban a cosas poco interesantes como el coste de los electrodomésticos. La verdad, le daba miedo estar en pareja, no creía estar hecha para ello y tampoco sentía deseos sexuales como parecían tener las mujeres de su edad. Pero si algún día tenía pareja, quería que fuera como la de sus abuelos, una pareja que desprendía amor por cada poro de piel, que aún con ochenta y pico años, sentían celillos, que se cuidaban y añoraban, e incluso su abuela le había confesado en una ocasión, que aún tenían sexo.
Ellos se habían vuelto mejor en pareja, habían luchado juntos cuando aparecían las típicas crisis de pareja, habían superado momentos difíciles como el fusilamiento de un hijo, y la temporada de cárcel del abuelito, se habían respetado, habían sido sinceros y habían echado del entorno de la pareja a todo ser que quisiera hacerles daño o romper una pareja tan maravillosa.
En una ocasión su abuelita le había preguntado porqué ella aún no tenía pareja. Airam le había explicado que no sentía deseos hacia nadie, ni sexuales ni más allá de lo que es la sexualidad, que todos los hombres le parecían vacíos, sin alicientes. Ella solo quería volar, vivir, experimentar, y las parejas frenaban a ello, eran una cárcel, te modificaban para mal. Su abuelita sonrió tierna y acogedoramente y dijo: “No cariño, el amor no es eso. El amor te hace libre, te libera de todas las cadenas que pone la sociedad, te ayuda a volar, te ayuda a crecer y a ser mejor. Sí, estar en pareja tiene unas obligaciones, una serie de normas, pero son exactamente las normas que tiene una amistad, ni una más ni una menos, pero cuando se siente amor, no son tal las obligaciones, sino que las haces voluntariamente porque quieres y amas al otro ser, no son impuestas sino que salen por si mismas, igual que cuando amas a un amigo, que haces lo correcto para que esa amistad perdure, y no ves que sean obligaciones sino que se hacen porque salen del corazón, del deseo, de la seguridad de que quieres que esa persona esté siempre contigo. No dejas que entren en medio personas que puedan crear celos o desconfianzas, das todo a la otra persona, sin embargo, es mentira eso que dicen los románticos que no debes recibir nada a cambio, eso no es amor, es posesión, es obsesión, el amor no solo da sino que también recibe. Debes dar no por lo que recibas, pero si debes recibir. No debes amoldarte a tu pareja y entender cómo es él, sino que los dos os debéis amoldar el uno al otro, e intentar entender los dos la forma de ser del otro. No debes dar toda tu vida a la otra persona, sino compartirla con él, igual que él contigo. No debes caminar un paso por detrás, ni uno por delante, sino ir caminando uno al lado del otro, y sobre todo, jamás se debe faltar al respeto a quien ames, ni esa persona a ti. No sirve el “yo soy así, y es lo que hay”, porque si uno es de una manera, el otro es de otra, y una personalidad no se puede poner por encima o más importante que la del otro, eso es la excusa barata de quien no sabe estar en pareja. Se debe de hablar y encontrar el punto medio, en el que los dos ceden y los dos reciben.
Algún día cariño, decía su abuela, encontrarás a ese ser que te haga ser más libre, más tú que nunca. Mientras, no tengas prisa, algunos lo encuentran con doce años, otros con ochenta, otros quizás en otra vida. Pero jamás te apresures en querer estar con alguien, pues la mayoría de persona forman pareja por necesidad de formar familia, por miedo a quedarse solos, porque toca, o porque es ley de vida, y eso es una grave equivocación, eso no es amor, y eso es lo que ves tú a diario, lo que te da la sensación que corta alas, que transforma para peor y menos interesante a las personas. Simplemente es necesidad, obsesión, posesión, enganche, y por eso las personas no crecen, por eso parecen vivir en cárceles, porque llaman amor a lo que no es. Recuerda que el amor siempre te hace libre, nunca esclavo, porque el amor te hace hacer cosas voluntariamente para que el otro esté feliz, y lo que se hace voluntariamente, libremente, jamás es esclavitud, solo es esclavitud aquello que se hace por obligación, como estar en pareja sin que haya amor”
Recordaba cada una de las palabras de su abuela, y ella estaba en una relación así, en la que no había amor.
Al final, ella había accedido a ser la pareja de Senre. Se había amoldado a su vida, a su carácter, a sus costumbres, mientras él había seguido con su vida, sin dar nada. Había llegado a enamorarse, pero nunca lo había amado. Y el enamoramiento, como una pasión que es, se acaba terminando, mientras el amor como un sentimiento, siempre perdura.
Había sentido deseo por él, pues él era su primer hombre, y era bastante bueno en la cama, porque aunque ella no tuviera más experiencias, se siente y ve cuando una persona es buena en el acto. Ella se sorprendió de tener tanta pasión, jamás antes había sentido deseo alguno por nadie, jamás había tenido necesidad de estar íntimamente con nadie, así que ella pensaba que era fría. Sin embargo, había descubierto que era una mujer muy apasionada e incluso voraz.
Suponía, que el hecho de ser su primer y único hombre, creaba un lazo estúpido, y por eso costaba tanto dejar esa relación, pero lo cierto es que estaba todo acabado, pero él quería poseerla, quería amarrarla a su vida, y las faltas de respeto, las infidelidades, las mentiras, las deslealtades, iban en aumento cada vez que él detectaba que de un momento a otro, ella iba a tirar todo por la borda.
Como pasa cuando no amas, sus infidelidades no le importaban, solo le dolían en el orgullo, pero no en el alma, porque en el fondo ya no le importaba su vida. Antes cuando detectaba la infidelidad, porque siempre se detecta, discutía con él, él la hacía sentir paranoica y celosa, intentaba culparla de todo en vez de asumir sus errores, cuando lo cierto, es que todo era como ella decía y no era cosa de celos sino de dignidad. Pero entonces, en cierta manera, él le importaba, porque había ese enamoramiento que aunque leve, hace que te importe lo que la otra persona hace, y le das el poder de hacerte daño. Una vez acabada esa pasión, te es indiferente lo que haga el otro ser. Ella seguía haciendo lo que creía correcto, así que mientras no se acabara la pareja, seguía siendo fiel, leal, sincera y procesándole respeto, pues ella nunca hacía lo que no le gustaba que le hicieran. Sin embargo, él no procesaba ninguno de esos cuatro pilares que son necesarios para que una pareja funcione, para que se pase del enamoramiento al amor.
Airam ya no se gustaba como era cuando estaba con él, y eso empezaba a sonar a que en breve habría despedida definitiva.
Una vez abierta la puerta, entró al comedor, y ahí estaba él viendo una de esas películas. Como siempre, nada más entrar, y a diferencia de cuando había público, empezó a faltarle al respeto:
-De dónde vienes?
-Del bar de siempre.
-Pues están ahí mis amigos y me han dicho que estabas acompañada de un hombre.
-Si ya te dije que había quedado con Samuel. Él está mal y necesitaba hablar.
-Ese lo único que quiere es tirársete.
-Aunque te parezca mentira, hay hombres que no ven solo en una mujer un cuerpo para disfrutar.
-Bueno eso es cierto si te miran a ti. Quién quisiera estar con alguien como tú.
-Por supuesto. (A ella ya no le afectaban esas degradaciones). Sin embargo tú eres tan inteligente que recorres todos los caminos que más fáciles son de transitar, y por los que todos pasan.
-Y si tú no lo haces, es porque no puedes, porque ni los caminos más transitados se te hacen sencillos para ti
Él ya no negaba sus infidelidades, al revés, lo utilizaba como una arma más para arrojarle a la cara, para hacerla daño, solo que sus infidelidades ya no le hacían daño, al revés, eran un aliento porque así sabía que ella no tenía que cumplir en la cama cuando otra ya le había hecho la faenita. Sin embargo, estaba harta de esas faltas de respeto, de esas degradaciones, de que la hiciera sentir como que no valía nada para nadie, que todo el mundo la rechazaría-
-Ni siquiera eres femenina, no utilizas como todas las mujeres la feminidad. No sabrías como hacerlo
-Se te ha ocurrido pensar que quizás sepa mejor que ninguna utilizarlas pero que opino que cuando estás en pareja es una falta de respeto utilizarla hacia otros?. Se te ha ocurrido alguna vez pensar que solo las he utilizado para ti desde que estoy contigo porque no me interesan los demás? Se te ha ocurrido que yo no me considero mujer por utilizar las artimañas que otras utilizan para despertar el interés de los hombres, sino que me siento mujer por como un solo hombre me mira, y por desgracia a ti te di ese trono que no me interesaba que otro ocupara, pero que igual que yo te coroné como rey de mi vida te puedo quitar esa corona y dársela a quien me plazca?. No me vengas con historias, a fin de cuentas, tú siempre acudes a lo mismo, a lo sencillo, a lo que cualquiera puede conseguir, si eso es lo que quieres, si eso te hace feliz, te hace sentir más hombre por mi perfecto, pero no me pidas que sea como ellas porque yo jamás seré así. Y contéstate una pregunta a ti mismo, puedes tener a muchas en tu cama, pero cuántas serías capaz de conservar en tu vida?
-Tú no podrías, no se la levantarías ni a un preso. Eres patética, y si estás conmigo es porque no puedes estar con otro, ni aunque sea solo una noche.
Pero de qué iba ese engreído de mierda. No sabía si era el alcohol, o era la hartura de las degradaciones tan habituales, pero cogió las llaves de nuevo, se dio media vuelta y se dispuso a hacerlo callar de una vez por todas.
Salió por la puerta, pensando como darle una patada donde más dolía, así que se fue directa de nuevo al bar, donde estaban sus queridos amigos. Iba a darle pero bien fuerte, y con publico pendiente para que se lo contaran, con el mismo publico que tapaban las infidelidades de su pareja y la hacían pasar por tonta, de esos desgraciados que no solo tapaban a su pareja, sino que lo apoyaban en la degradación hacia ella. Sí, iba a darle bien fuerte esta vez. Estaba harta de esos malos tratos psíquicos, incluso alguna vez había llegado a las manos, la degradaba constantemente, la trataba como basura, la hacía sentirse mal, poco querida, y cada vez ella se quería menos, cada vez se valoraba menos. En la calle era diferente, cuando tenía publico parecía adorarla, y especialmente todas la envidiaban por la pareja que tenía, pero de puertas para dentro era un monstruo, era de lo peor, pero ya estaba harta de sus patadas psicológicas y físicas, esta vez por vez primera en cinco años, era ella quien le iba a patear y a demostrarle que sino hacía lo que otras hacían era porque no quería, no porque no podía.
Querer seguir volando cuando ya no tienes alas
Hace 7 años