V
Nírdep hacía tiempo que pensaba en una persona.
Su relación se acaba de romper, y estaba algo perdido en el rumbo de su vida. Pero siempre de alguna manera estuvo ella en su mente, como si su timón siempre quisiera virar en su busca, pero siempre lo mantuvo firme hacia otras metas.
Recordaba cada detalle, de la última vez que la vio. Ella llevaba el pelo a medio espalda, lo tenía teñido de un color cobrizo claro que iba muy bien con su personalidad. Era muy dulce, y con gestos algo aristocráticos, una mujer muy segura de ella misma, y que irradiaba mucha paz. Era tan perfecta que no se podía evitar sentirte inferior a ella. Tenía unos pechos de puta, pero una cara angelical y un comportamiento de monja lo cual era morboso para cualquier hombre, y cuando se enfadaba, denotaba una pasión desbordante lo cual hacía imaginar que no debía ser tan monja bajo el hechizo de la pasión. Cuando te tocaba emitía una energía positiva y se atrevía a decir que casi curativa. A primera vista a parte de esa dulzura quizás algo insulsa, también tenía esa soberbia magnánima que hacía pensar que era una persona engreída, pero cuando la conocías era tan sencilla, tan cercana a todo el mundo que parecía increíble ese gesto magnánimo en su rostro y su forma de moverse. Era también una gran cabezota, y a veces perdía los estribos con facilidad.
Ella en ese momento tenía pareja, él aún era libre. Le hubiera gustado tener algo con ella pero era asquerosamente fiel, y era evidente, siempre ponía barreras antes de que se produjera cualquier insinuación, como si las intuyera de antemano.
Él entonces pasaba por un ajetreado y destructivo vivir la vida. Su vida no había sido fácil desde niño, odiaba a su padre por quien era, por cómo era, por cómo trataba a su madre. De hecho una vez se había peleado con él a golpes. Luego, en su instituto siempre había sido el niño de las burlas, el empollón, el blanco de sátiras sucias y destructivas, hasta que se reveló, y también se lió a golpes con un compañero provocando su expulsión. La vida no había sido justa.
A partir de ahí, y acostumbrado siempre a tener bastante dinero en su cuenta, había empezado a jugar con la cocaína, con las pastillas, con todo tipo de drogas que caían en sus manos, salvo la heroína.
Había empezado varias carreras, y también había probado con varias religiones, pero nadie llenaba, nadie le hacía sentir bien y entonces, empezó una nueva carrera para la cual no estaba preparado, y allí la conoció.
Ella desde el primer momento confió en él. A menudo le decía: “pásalo bien este finde, pero abandona ese mundo, no te va a traer nada bueno, no vas a encontrar en él lo que buscas, sino que llenarás aún más tu vida de lo que estás huyendo” “eres inteligente, es evidente, y entonces ¿por qué eres tú el único que no quieres verlo? ¿Por qué te castigas?” . Dolía su sinceridad, su forma directa de hablar, y aún así, cuánta razón en cada palabra.
Él siguió en ese mundo, esnifaba, tomaba drogas de diseño, se iba un viernes de fiesta y acaba un domingo, y conoció a su pareja.
Ella, Aidil, aún lo hundió más en su miseria. Lo trataba como basura, y sus malos tratos psicológicos rozaban la perversión absoluta. Era evidente que se avergonzaba de él, pero al mismo tiempo no sabía estar sola. Lo utilizaba, él lo sabía, pero en el fondo quería creer que lo amaba. Por su parte, él creía amarla.
Habían llegado a ponerse la mano encima, y era algo que no se podía perdonar, se castigaba cada día por ello, por perder la cabeza. Él no quería hacerle daño, ella era muy importante para él, la única mujer que había amado, la única mujer que amaba, que había aceptado ser su pareja a pesar de avergonzarse de serlo, pero ¿quién no se avergonzaría? . Estaría eternamente agradecido por querer ser su pareja, aunque odiaba como lo trataba, era como una prolongación de su padre, como una prolongación de los compañeros de instituto. Si ella supiera cómo lo trataban, se hubiera avergonzado aún más de él, le hubiera hecho aún sentir peor, y respetarse a si mismo menos. Pero ella tenía razón, él no merecía la pena, y nunca le contó por miedo a que lo maltratara más aún.
Ella por su parte, tenía pánico a la soledad, no soportaba estar sola, y en cuanto estaba sola, lo llamaba. A él le hacía sentir bien esa necesidad y le hacía sentirse fuerte ante ella, nunca nadie lo había necesitado, nunca nadie había dependido de él. Era una sensación tan sublime, tan llena de ternura y de amor, que siempre que pensaba que eso no iba a más, que lo estaba destrozando, ella mostraba esa debilidad y creía en que podrían superar todo, a él se le hinchaba el pecho de orgullo de ser necesario y esa sensación le haría que le bajara hasta las estrellas si hacía falta.
Era algo enfermizo, lo sabía, pero aún así, no podía luchar contra la manipulación y agresión de ella, y se dejaba arrastrar, al mismo tiempo, a veces montaba en cólera hacia sus malos tratos psicológicos o físicos y acaban los dos dándose leña. Últimamente eso había empeorado, cada vez ella era más agresiva verbalmente y físicamente, y cada vez lo ridiculizaba más en público, sin embargo, con los demás era encantadora, muy simpática, alegre y parecía feliz, todo un cúmulo de dulzura y de ser adulto y responsable que a él rara vez le otorgaba, y cada vez las cosas eran más evidentes que no tendrían buen fin. No sabía quien era realmente, si la que se mostraba en público, buena persona y adulta, o la niña malcriada con mal fondo pero necesitada que mostraba en privado. Lo que si sabía es que lo estaba destruyendo, no solo ella, sino también lo miserable y mala persona que se sentía cada vez que acaban poniéndose la mano encima. Sabía que la sociedad lo juzgaría, a fin de cuentas, ella era una mujer, sabía que si ella montaba un numerito de inocente, todos sus amigos comunes caerían sobre él pues ella era la muñequita del grupo y no pensarían en que ella lo maltrataba de peor forma, pero sin embargo, ningún juicio, ningún desprecio, ninguna patada, podría ser mayor castigo y más tortuoso que los castigos que él mismo llevaba en su conciencia.
No sabía tampoco cómo podía pensar mal de ella, a fin de cuentas, nunca había dicho nada, y a pesar de haber acabado, ahí estaba siendo su amiga. Él aún tenía las llaves de su casa, y eso era una prueba de fe y confianza hacia él que lo hacía sentir bien. Cuando se reunían los dos solos, que solía ser los domingos que ella estaba sola, siempre le contaba sus cosas, y le pedía consejo, confiaba en él. Siempre tenía un gesto de cariño hacia su persona, y cada domingo pensaba en llamarlo, pensaba solo en él. Quizás el problema realmente como ella le decía, hubiera sido solo él, quizás su mente le hubiera hecho creer que ella lo maltrataba psicológicamente, y había sido injusto con ella. ¿Cómo un ser tan dulce, simpático y abierto, podía ser tan manipuladora, egoísta y con tan malos sentimientos? No, él era el culpable, su cabeza le jugaba malas pasadas. Ella era buena persona y la única mujer que lo había amado. Pero no podía ni debía hacerla más daño, todo estaba acabado y debía buscar otro camino, aunque seguía fantaseando en que todo se arreglara entre ellos.
Iba a llamar a Aíram, su compañera de universidad, a ver que se contaba.
Querer seguir volando cuando ya no tienes alas
Hace 7 años
6 comentarios:
...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE
DUENDE
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.
José
Ramón...
Saludos para tí... Oye esta historia atrajo mi curiosidad, está muy bien lograda en el ambiente que le corresponde... Ahora quiero saber más... je je... Espero seguir en contacto con tu historia, muy cerca de la realidad...
¡Éxitos y benciciones!
Apri Plenilunio
Holaaaaaaaaaa Sombras!!!! ;D
me paso rapidito, he visto q me localizaste ^^ ya pensaba q no leyeras mi mensaje S
En cuanto pueda, me leo el texto, prometido, pero ahora no puedo, te agrego así ya se donde estás jejej
Biquiñossssss
eeeey duende (:
Pues las clases van muy bien, eso de ser hunibersitaria mola.
Ahora en serio, las asignaturas me gustan (menos estadísitica)
El carnet... creo que me lo estoy dejando, porque hace más de una semana que no voy a la autoescuela, pero en fin... no me gustaría que se me pasara la verdad.
Y a ti qué tal te va todo? No podías comentarme? raro raro...
Quiero saber algo de ti! :)
un beso!
Hola Sombra!
me ha impactado tu relato...es una pena, pero estos son personajes de la vida real, por desgracia hay mucha gente q vive esta realidad cada día :(
seguiré tu relato
Biquiños!
est
Publicar un comentario