Sotnas había estado cuatro días sin trabajar, en unas merecidas mini vacaciones. Ese día había vuelto al hospital.
Él era médico, aunque constantemente pensaba en dejar su carrera, que aunque era bonita y gratificante porque ayudaba a salvar vidas, también a veces era una carga cuando no podías hacer nada por aliviar el sufrimiento de las personas, o por salvarles la vida.
Eran las 8 de la mañana y tenía que pasar visita a todos sus pacientes por las diferentes habitaciones de traumatología.
Cogió los instrumentos habituales y se dispuso a empezar la rutina, bonita y gratificante, deprimente y monótona.
Habitación tras habitación fue visitando a los pacientes y elaborando los partes médicos en los que ordenaba cambios de medicación, altas clínicas, o que todo siguiera igual. Era amable con los pacientes, y bromeaba un tanto con ellos para hacerles un ratito más llevadero.
Así fue a la última habitación que le quedaba. Se sabía todos los historiales de memoria, pero este debía leerlo pues era alguien nuevo.
Mujer de 25 años, con contusiones graves en la espalda, nalgas y muslos, lesiones renales, inflamación de la parte lumbar e imposibilidad de movimiento de piernas debido a una caída. Se está esperando a que baje la inflación para diagnosticar si la invalidez parcial es debido a una lesión medular, de momento en las pruebas realizadas es imposible determinar las causas de la misma. Lleva tres días ingresada y orina sangre, aunque en las últimas analíticas ha bajado el nivel de la misma... continuaba con la serie de medicación que se le daba.
Debía tener unos dolores horribles esa jovencita, así que se dispuso a colmarse de paciencia ante las quejas y gritos que iba a recibir cada vez que la tocara para examinar su espalda, y a poner la mejor de sus sonrisas y la apariencia más amable y delicada para hacerle más llevadera la revisión.
Cuando entró, ella estaba tumbada de espaldas a la puerta, reposando sobre su costado, probablemente para que su espalda no tocara con nada.
Era morena, y llevaba el pelo a medio hombro. No podía deducir más pues la sábana la tapaba.
Él con un tono suave dijo:
-Buenos días.
Ella contestó después de unos segundos con una voz dulce pero se notaba que amortiguada, quizás por le dolor que debía sentir:
-Buenos días,
Se giró hacia él apoyando la espalda en la camilla y haciendo un gesto de dolor. Él se quedó estupefacto al ver su cara, era Aíram. Ella también lo reconoció y automáticamente se puso nerviosa, y bajo la vista.
-Dios Santo que te ha ocurrido?
-Me caí por unas escaleras. Ya sabes, fue ese día, había bebido mucho y tropecé.
Él incrédulo la miraba y se quedó unos segundos sin reaccionar. Después con un movimiento de cabeza le dijo:
-Debo revisarte Aíram, te va a doler.
-Sí lo sé, cada mañana viene un médico a revisarme, pero no puedo darme la vuelta sola.
Así él se acercó, y la puso otra vez de lado levantando su pijama hasta el cuello. Lo que vio le dejó paralizado, llevaba más de un cincuenta por ciento de la espalda morada. En las lumbares tenía unos bultos con muy mal aspecto, así como sus muslos estaban llenos de morados. Procedió a hacerle la revisión, tocando su columna, y alucinado porque ella en ningún momento hubiera soltado un alarido.
La columna parecía estar bien, hasta justo las lumbares, ahí los bultos impedían que pudiera seguir reconociendo a la paciente:
-Te tengo que poner hacia arriba. Lo siento sé que va a doler pero es primordial.
-Voy a poder andar? –Había dicho ella mirando al suelo para ocultar la expresión de sus ojos.
-No lo sé, tengo que examinarte bien.
Así le dio la vuelta, apoyando de nuevo la espalda en la camilla, y ella hizo de nuevo un gesto de dolor pero solo un leve gemido escapó de su boca.
Bajó la sábana hasta sus pies y le dijo cada vez más conmovido:
-Te voy a ir tocando las piernas, solo debes decirme si notas el tacto en ellas. Y te voy a pedir que intentes moverlas levemente. Ahora mueve los dedos de los pies.
Nada no hubo ni un ligero movimiento. Pasó a tocar los pies preguntando si notaba algo. Ella tenía cara de preocupación y concentración.
Acto seguido él fue palpando las piernas y rezando para que esa criatura notara algo, o pudiera moverlas mínimamente, pero nada, no sentía nada.
Entonces procedió a la siguiente fase:
-A ver Aíram te caíste por unas escaleras. Me debes decir si recuerdas si te levantaron, y cómo lo hicieron exactamente, si perdiste el conocimiento, o estuviste consciente.
-Bueno perdí creo que unos minutos el conocimiento, pero yo estaba sola, y nadie me vio, luego desperté, y me incorporé saliendo a la calle. Cuando había andado hasta el mar, caí de nuevo, las piernas me dejaron de responder, pero esta vez no pude levantarme. Pasó un matrimonio y les pedí ayuda, ellos no me tocaron, ni siquiera se acercaron supongo que por miedo, pero se quedaron allí y llamaron a una ambulancia. Los de la ambulancia fueron los que me levantaron para ponerme en una camilla y me trajeron hasta aquí.
Él estaba estupefacto.
-Te caes por unas escaleras, te haces las contusiones que te has hecho y solo se te ocurre ir andando hacia el mar, con los dolores que tenías que tener, en vez de ir a un hospital o subir a casa a recostarte?- Empezaba a enfurecerse con la inutilidad de esa mujer.
-Bueno yo ... no... yo ... pensé que solo eran golpes que se me pasaría el dolor.
-Increíble.
Aíram vio la cara de enfado de don peligroso, y no pudo evitar sentirse como una niña que es regañada por algo que ha hecho mal. Era lo que menos necesitaba entonces. Pestañeó para que no se le escaparan las lágrimas que habían inundado los ojos y que amenazaban con brotar sin descanso.
Él se dio cuenta de sus esfuerzos por no llorar pero fijó la vista en sus papeles y pasó a informarle de cual iba a ser el repertorio de pruebas:
-Cuando baje la inflamación te vamos a realizar de nuevo una ecografía y un escáner para saber hasta que punto te han afectado las lesiones, y exactamente que tipo de lesiones son. Estás tomando antiinflamatorios, y te voy a subir la dosis de medicación para que no te duela tanto, pero aún así dolerá pues esa medicación provoca adicción y se debe suministrar con cuidado. También se te suministra anticoagulantes. De momento y hasta que no sepamos exactamente el alcance de las lesiones, no podemos suministrarte nada más. Debemos esperar a que baje la inflamación.
Mañana volveré a revisarte de nuevo.
Así y con un enfado evidente en su cara salió de la habitación, y pasó a llevar los informes a la enfermera de ese turno. Ella era eficiente, y tenía don para tratar con la gente:
-Buenos días doctor Sotnas. Supongo la nueva paciente, y los demás, siguen igual.
-Sí ahí están todos los informes y cambio de medicación. Hoy tengo que subir de nuevo a hacer una revisión a la habitación 71 para ver la reacción a la nueva medicación. Subiré después de las visitas familiares. He subido también la dosis de calmantes de la paciente de la habitación 77.
-Ella no quiere tomar calmantes.
-No está tomando calmantes?
-No, no toma calmantes, y aunque parezca imposible no se queja en todo el día. A veces cuando se mueve se le escapa alguna lágrima, así que debe sentir dolor, pero bajo ningún concepto quiere que le apacigüemos ese dolor.
-Y no puede convencerla algún familiar, o su pareja, o los amigos que la visiten? Es absurdo que pase ese dolor tontamente.
-En los tres días que lleva en planta, no ha recibido ni una sola visita. Le suministramos algo de calmantes en las inyecciones diarias porque no sabemos como el cuerpo puede reaccionar al dolor, pero las dosis son bajas como habrá podido leer en el informe. Apenas duerme por el dolor durante la noche. Así que varias veces al día cuando entramos está dormitando. Alguna vez cuando pasamos por la puerta de la habitación oímos un leve gemido, es lo máximo que se permite. Tampoco come mucho.
-Bien esta tarde cuando visite al paciente de la 71 volveré a pasar a verla y a hacer que entre en razón. De momento, suban la dosis en inyecciones y díganle que es para la inflamación.
-De acuerdo Doctor Sotnas. Le apunto las visitas para esta tarde.
-Gracias.
Sotnas bajó a consultas externas para seguir con su trabajo.
Después de comer y su hora de descanso, subió otra vez a su consulta y se dispuso a mirar en el ordenador el informe de la entrada en urgencias de Aíram.
El informe decía que había entrado semi inconsciente y que se había orinado encima. En la orina habían encontrado bastante sangre. Le habían realizado un escáner craneal para determinar si había golpes o lesiones, pero no había nada en su cabeza. Después describían minuciosamente las lesiones de la espalda y las pruebas a las que la habían sometido, detallando que en la ecografía no se había podido distinguir si había alguna lesión de relevante importancia. Se debía esperar a que bajara la inflamación. La sangre en la orina hacía temer que hubiera una lesión interna, pero en las primeras pruebas no salía ningún dato determinante.
Sotnas no entendía el motivo de que no viniera a visitarla nadie, aunque fuera para traerle ropa para cuando saliera. Tampoco entendía porque no quería que le suministraran calmantes.
Una y otra vez revisó el informe y de golpe su cara cambió.
Salió del despacho, cerrando la puerta de golpe y se dirigió a la 7ª planta a hablar con Aíram.
Entró en la habitación, y allí estaba ella tumbada en la cama de costado y mirando hacia la ventana pero con la mirada perdida.
-Hola Aíram.- Dijo de forma brusca.
Ella lo miró e intentó sonreír y con una voz apenas audible dijo:
-Hola, pensaba que no vendrías hasta mañana.
-Yo también. Te voy a volver a revisar por si se nos ha pasado alguna lesión por alto. Esta vez te voy a revisar otros puntos de tu cuerpo. Así que deberé ponerte hacia arriba, y quizás te duela al apoyar la espalda en la camilla.
Acto seguido se dispuso a apoyarla observando que ella apretaba los dientes para amortiguar el dolor o los gritos.
Le levantó el pijama hasta el pecho, observó abdomen, pecho... nada absolutamente ni una marca. Le bajó el pijama y levantó las mangas, con el mismo resultado, ni una sola marca en sus brazos. Después observó minuciosamente sus piernas, para encontrar que no había ni una sola marca en las rodillas, tobillos ni ningún lugar de las piernas en la parte delantera. Su semblante cambió para ponerse si cabe más furioso. Sí había caído por unas escaleras, lo normal es que el cuerpo ruede, con lo cual, se encuentra marcas en todo el cuerpo, no solo en la parte posterior. En caso de haber caído de espaldas, tendría una marca grande donde se hubiera dado el primer golpe, y si hubiera seguido bajando de espaldas por los peldaños hasta que el cuerpo quedara frenado, leves marcas en toda la espalda, pero tenía toda la espalda como si en cada peldaño se hubiera dado un fuerte golpe, eso era imposible. Definitivamente no se había caído por las escaleras. Tenía que llamar a un médico forense para corroborar lo que sospechaba, hacer una denuncia a la policía, y avisar a algún familiar. No sabía en que lío estaba metida esa mujer, pero sin duda debía ser uno grande.
-Aíram vas a tomar todos los calmantes que se te suministren quieras o no, no sabemos que reacción puede tener tu cuerpo ante el dolor. Y vamos a llamar a tus familiares y pareja para que te traigan las cosas necesarias. Deben de estar preocupados sin saber nada de ti.
-No, ya no tengo pareja, no se preocuparía aunque estuviera aún conmigo. He llamado a mi familia, y les he dicho que estaba unos días fuera, no quiero preocuparles, si es necesario y se confirma que no puedo andar, ya les informaré más adelante, de momento no quiero que estén angustiados. Mañana vendrá alguien de mi trabajo a recoger la baja médica, puedo decirle que me traigan lo que creas que debo tener aquí.
-Estás en una cama postrada, no sabemos bien qué tienes, y solo piensas en no causarles desasosiego a tu familia?. Bien voy a decirte lo que vamos a hacer. Ahora mismo vas a explicarme qué es lo que ha pasado de verdad, después pediré que venga un médico forense para corroborar las sospechas que tengo, si son ciertas, vamos a llamar a la policía.
Aíram se puso pálida y su expresión cambio a verdadero terror.
-No por favor. Si tengo que tomarme la medicación, lo haré, pero no avises a nadie.
-Cuéntame lo que pasó.
Aíram se encontraba acorralada y sabía que debía explicarle aunque quería olvidar ese terrible episodio. Pero era imprescindible que no llamara a nadie, mucho menos quería ver a la policía haciéndole preguntas.
-Está bien. Cuando me dejaste en casa subí a mi piso, y ya habían informado a mi pareja de todo lo que había acontecido en el bar. Él estaba furioso, y me insultó, me trató de puta, y todo lo que le vino en gana. Luego me violó. Ni siquiera se quitó la ropa, solo se puso sobre mí, me levantó la falda y se dispuso al abuso. Soporté todo, la penetración violenta, sus manazas en mi cuerpo, pero cuando me besó me dieron ganas de vomitar, así que en cuanto él quedó satisfecho, corrí al baño y vomité. Él se enfureció más, y agarrándome del pelo me tiró al suelo propinándome patadas con sus botas en mi espalda. Yo no podía girarme, ni defenderme, ni escapar, sabía que iba a morir allí, que iba a ser una estadística más. En un momento que él aflojó su presión, me di la vuelta propinándole un puñetazo en el ojo que lo dejó desconcertado, y acto seguido le di una fuerte patada en el abdomen. Me puse sobre él, y te juro que lo único que quería era que muriera, pero entonces me quedé quieta, tuve un momento de lucidez, y me levanté para irme diciéndole que cuando volviera quería que se hubiera marchado, sino lo denunciaba.
Cogí mi bolso y abrí la puerta para irme, pero entonces recibí un fuerte golpe en la espalda, no sé exactamente con qué, me fui a girar para defenderme pero no me dio tiempo, recibí un segundo golpe también en las lumbares y me desmayé. Luego ya no sé que pasó.
Cuando recobré el conocimiento, bajé a la calle, me daba miedo entrar en casa, no sabía si estaba aún. Ya habían asomado los rayos del sol, no sé exactamente que hora era. Fui hacia la playa y ahí me caí sin poderme levantar.
Sotnas no daba crédito a lo que oía:
-Bien ahora llamaré al médico forense, y vas a hacer una denuncia.
-No por favor, no quiero.
-Por qué no quieres?
-Vamos, trabajo en estas cosas, sé exactamente como funciona el sistema policial y judicial en estos casos. Cuando se denuncia un caso te hacen pruebas y buscan un motivo para la agresión, por supuesto, si un hombre hace algo a una mujer, quizás es que la mujer se lo merezca. Así que bajo el machismo reinante, averiguan, te juzgan y condenan. Y por supuesto yo había sido infiel, no importa si él me fue más de quince veces infiel, no importa como me tratara, no importa que me violara, tiene derecho sobre mi cuerpo por ser su pareja, no importa nada de lo que él hiciera, a fin de cuentas es hombre, y debemos entender que ello va en su naturaleza y que tiene ciertos derechos sobre mi, pero mete solo una vez la pata como mujer, y serás condenada por todos, tu hombre tendrá un motivo para matarte si quiere, tú sin embargo como mujer, no tienes ningún motivo ni derecho a hacer lo que has hecho. Por supuesto, en el juicio saldrá culpable de agresión, por lo menos en eso algo hemos avanzado, y difícilmente de violación, pero ya por todos los que hayan estado implicados en el caso, te habrán juzgado, te habrán hecho sentir mal y culpable, te habrán hecho pasar por otro mal trago ... “ella era una puta”. Solo tienes que recordar cómo me juzgó su amigo, aún sabiendo que él era un monstruo conmigo. El resto de personas no son diferentes. Eso implicará unos meses de cárcel, que abandonará por buen comportamiento, y una orden de alejamiento que incumplirá siempre que le venga en gana sin tener ninguna repercusión. Eso si su familiar que es militar, no borra todos los historiales y deja su expediente limpio. Yo sin embargo, tendré que abandonar mi trabajo, mi ciudad, todo lo que me rodea, mientras él seguirá disfrutando de todo. Así que el castigo final será para mí, y viviré siempre con el miedo en el cuerpo de cuando va a acabar el trabajo que dejó a medias como venganza por una denuncia.
-Airam pero debes denunciarlo. Tú no les dices a las mujeres que acuden a ti que lo hagan?
-Sí, lo sé, pero de veras no quiero, no puedo soportar que me toquen más hombres ni que sea para hacerme revisiones, no quiero que ellos me juzguen, no quiero volver a vivir todo esto, no tengo fuerzas.
-Así que soy culpable de todo esto.
-No, no pienses así. Si no hubiera vomitado, nada hubiera pasado, nada. Si yo no lo hubiera provocado tampoco hubiera pasado nada. Tú solo fuiste un instrumento, aquí solo soy yo culpable.
-Pero qué estás diciendo. No te culpes de algo así, solo ese mal nacido tiene la culpa de todo, él fue quien te provocó para hacer lo que hiciste, y te hubiera provocado o no, tú tienes derecho a hacer con tu cuerpo lo que te plazca igual que él lo hace con el suyo, no eres su posesión, y si te dio asco que te besara, tampoco eres culpable de eso, Dios, Aíram te estaba violando!!! Nadie tiene derecho sobre tu cuerpo, nadie a quien tú no le des permiso, ni siquiera tu marido.
-Por favor, solo quiero olvidarme. Solo quiero saber si podré andar. Luego me iré y reharé mi vida como pueda. No llames a la policía. Sé que hago mal, sé que no hago lo correcto, pero te juro que no puedo pasar por ello. Por favor.
Aíram mientras narraba toda la historia no había levantado los ojos de sus manos, ahora lo miraba directamente y por sus pálidas mejillas resbalaban lágrimas mientras en sus ojos se veía claramente el terror dibujado.
-Por qué no quieres que venga nadie a verte?
-No quiero mentir a nadie que sea importante para mí, tampoco quiero que vean mi estado. Alguien de los que me quiere podría encenderse e ir a por él. También me da vergüenza por todo lo que he pasado, no quiero que ellos también me juzguen y ver en sus caras que creen que soy culpable.
-Qué te da vergüenza? Tú no tienes nada de que avergonzarte. Que tu propia familia te juzgaría antes que juzgarlo a él? Esto es increíble.
-Si es increíble, pero todos los días las mujeres pasamos por ello.
Sotnas estaba enfadado, quería que ella lo denunciara, y de alguna forma también se sentía culpable de esa situación. En momentos como ese, odiaba ser hombre.
-Eres inocente, totalmente inocente, no te sientas culpable. Deberías denunciarlo, no puedo estar de acuerdo con tu opción. Pero es tu vida, yo no puedo interferir en ella.
-Gracias.
-No me las des. Vendré mañana.